martes, 22 de mayo de 2012

Nota de color

La muerte como parte de la vida
“Cuando murió Kizuki aprendí una cosa. Quizás me resigné a hacerla mía: 'La muerte no se opone a la vida, la muerte está incluida en nuestra vida'. Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero esta es solo una parte de la verdad que debemos conocer. El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar el dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improvisto”. (Haruki Murakami, Tokio blues)

Por Giuliana Pecora

Cuando sufrimos la pérdida de un ser querido, es seguro que nunca pensamos en cuestiones como la sinceridad o la fortaleza. De hecho, nos vemos envueltos en una profunda tristeza que nos nubla la mente, el cuerpo y el alma.
El escritor Antonio Machado declaró hace varios años: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Pero, ¿cómo pensar en estas cosas cuando el corazón está destrozado? Pues, de la mano de amigos y familia se puede seguir adelante. Estar junto a alguien dará la fuerza necesaria para continuar.



La obra “Qué Bueno Que Estés Acá”, del actor y director Ezequiel Tronconi, deja volar la imaginación para responder los misterios acerca de la muerte. Presentada en el Teatro Municipal Rafael de Aguiar, en San Nicolás de los Arroyos, cuenta la historia de dos hermanos que lloran, en una cabaña de un pequeño pueblo del sur, la inesperada muerte de sus padres en un accidente. La compañía de algunos seres queridos hará más llevadero el difícil momento pero la vida los arrastra y los sumerge nuevamente en lo cotidiano. A su pesar, el tiempo (que por momentos pareciera detenerse) sigue corriendo. Afuera solo ven la eternidad en forma de montañas cubiertas de nieve. En el pueblo está un pasado frágil. Dentro de la cabaña, el fuego, las fotos, los cuadros (que no dejan de ser un recuerdo de lo que ya no es) y la sensación de que algunas cosas, con el tiempo, se hacen cada vez más chicas.

En un día muy frío y algo nublado, con el correr de los minutos, comenzaron a llegar espectadores ansiosos y algo curiosos acerca de la historia que minutos más tarde se comenzó a contar. Alrededor de cincuentas personas, en su mayoría entre los 11 y 50 años, se deleitaron de la mano de los actores que tocaron de una forma muy profunda un tema que esta muy oculto: la muerte. La función duró apenas 60 minutos, pero dejó en evidencia este tema que todos atravesaremos en algún momento.

La muerte no debería asustar sino debe comprenderse como algo natural. Biológicamente, forma parte de lo que se conoce como el “ciclo de la vida”, nacemos, crecemos, nos desarrollamos, nos reproducimos y morimos. Un ciclo sin fin que se repite con todos los organismos vivos que se encuentren en La Tierra.


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