La venta de alcohol a menores de edad
La promulgación de la ley seca en nuestro país es deficiente. Los adolescentes tienen acceso a bebidas alcohólicas en varios puntos de la ciudad y en cualquier horario. Muchos toman conciencia pero siguen mirando hacia otro lado, causando problemas cada ves mas graves.
Por Giuliana Pecora y Sofía Rosconi
La venta de alcohol a menores de edad es una problemática que está inmersa en la sociedad rosarina desde un tiempo más que considerable. A pesar de que se sancionaron una ley nacional y una ordenanza a nivel municipal que prohíben este comportamiento, los vendedores de bebidas alcohólicas parecen mirar para un costado al momento de efectuar una venta de este tipo de productos a personas que todavía no cumplieron los 18 años. No obstante, cabe destacar que el problema no reside solamente en los negocios imprudentes, ya que la ausencia de regulación por parte de las autoridades de la ciudad es clara. Esta situación trae consigo una realidad innegable: no sólo basta con que las leyes existan, sino que controlar su cumplimiento resulta esencial para que la sociedad pueda funcionar en verdadera armonía.
Otros factores determinantes que impiden que la ingesta de alcohol por parte de menores de edad deje de ser moneda corriente en Rosario son la carencia de información en los centros educativos y la falta de responsabilidad de los padres, quienes no tienen autoridad suficiente frente a sus hijos ni dialogan con ellos sobre esta cuestión. Mientras no abunde la prevención tanto desde el hogar como desde el colegio, difícilmente sea posible erradicar este mal.
Un interrogante que surge con frecuencia ante este asunto está relacionado con los motivos del consumo. En general los jóvenes coinciden en que el alcohol tiene “consecuencias positivas” para ellos, entre las que destacan las sensaciones de alegría, euforia y desinhibición. También aseguran que las bebidas alcohólicas les otorgan una posibilidad mayor de diversión, la oportunidad de superar la timidez y una mejor capacidad para relacionarse e integrarse con otros grupos de personas. A pesar de esto, hay numerosos casos de ingesta de este tipo de sustancias por parte de individuos que necesitan evadir problemas que les resultan difíciles de superar. Cecilia Pedro, psicóloga infantil con amplia experiencia en educación de menores, también opinó sobre las posibles causas de este fenómeno. “El tipo de consumo de los adolescentes actualmente tiene características particulares, más que nada sociales. Toman para seguir a los mayores y para sentirse importantes frente a los demás. Los adolescentes suelen decir que ellos beben para divertirse y sostienen que los adultos toman porque están depresivos”, explicó. Asimismo, la especialista hizo hincapié en que hoy en día es muy sencillo tener acceso al alcohol, sin dejar de mencionar que no hace mucho que se empezó a tener conciencia por este tema. “Los tiempos han cambiado y la cultura que se está impregnando en los jóvenes es liberal y está repleta de vicios. Hace unos cuantos años la diversión era sana y lamentablemente en estas épocas no es raro ver a un joven con alcohol en mano”, manifestó Pedro.
Tal como se mencionó anteriormente, los jóvenes notan que el consumo de alcohol tiene algunas “consecuencias positivas”. A pesar de esto, los efectos negativos reales son mayores y en muchos casos pueden ser irreversibles. Algunos ejemplos de las secuelas que tiene la ingesta de bebidas alcohólicas a temprana edad y sin límites son problemas sexuales (de erección en hombres y de menstruación en mujeres), obesidad, múltiples enfermedades (tales como cirrosis, gastritis, cáncer o daños en los riñones), riesgo de adquirir dependencia e incluso puede ser el puntapié inicial para ingresar en el consumo de alguna droga.
Marco legal y estadísticas
La comercialización de bebidas alcohólicas a menores de edad está prohibida en todo el país por la ley nacional Nº 24.788, promulgada en 1997. En Rosario la regulación de este fenómeno quedó reglamentada bajo los alcances de la ordenanza 5.845, de 1994. La misma prohíbe el expendio de alcohol a menores de 18 años en todas las tiendas habilitadas de la ciudad. A ésta se le sumó otra ordenanza en el 2004, la Nº 7.630, que impide la venta de bebidas alcohólicas para consumo fuera de los locales entre las once de la noche y las ocho de la mañana. Los comerciantes que infringen las disposiciones pueden tener penalidades establecidas en el Código de Faltas municipal con multas que van de mil a 5 mil pesos, más clausura de 20 a 90 días. En caso de reincidencia, se dispondrá la caducidad de la habilitación otorgada. A pesar de esto, el 90 por ciento de los establecimientos visitados por la Asociación Rosarina de Consumidores y Usuarios (ARCU) vende bebidas alcohólicas a menores de edad, repitiéndose esta mala conducta no sólo en bares sino también en supermercados y discotecas.
El fácil acceso que tienen los menores a las bebidas alcohólicas no es el único inconveniente, ya que las estadísticas demuestran que los jóvenes tienen una enorme tendencia tanto a consumir alcohol como a hacerlo a edad cada vez más temprana. Un buen ejemplo para dar cuenta de esto son los datos arrojados por la consultora TNS Gallup en 2009, los cuales ponen en evidencia un preocupante fenómeno que afecta a todas las clases socioeconómicas. La encuesta realizada indica que consume alcohol más de la mitad de los jóvenes argentinos, sin dejar de mencionar que un relevamiento que se llevó a cabo en el mismo año por el Observatorio Argentino de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) señala que actualmente el promedio de edad de inicio para el consumo de alcohol en Argentina es de 13 años en hombres y 14 años en mujeres.
Sería caer en un error decir que los estatutos que se encargan de preservar a los menores no existen, porque la realidad es que el Estado sancionó varias resoluciones vinculadas con esta cuestión. De hecho, las normas disponen que las obras sociales deben reconocer cobertura para tratamientos médicos y psicológicos por patologías derivadas del consumo de alcohol. La ley también faculta al Ejecutivo local para que disponga de inspectores especialmente abocados al control del cumplimiento de la ordenanza y para que instrumente tanto campañas como programas de difusión de la problemática. Además, estipula la creación de una guardia telefónica durante las 24 horas, con el fin de que los vecinos tengan la posibilidad de efectuar denuncias contra aquellos que incumplan los preceptos vigentes.
El director general de Inspección de Industrias, Comercios y Servicios de la Municipalidad, Rodrigo Gutiérrez, aseguró que a lo largo del 2011 fueron clausuradas más de setenta tiendas por vender alcohol a menores de edad o fuera del horario permitido por ley. El titular informó que la Dirección General de Inspección cuenta con un cuerpo de 150 agentes que trabajan en conjunto con la Guardia Urbana Municipal (GUM) y Control Urbano a la hora de realizar los controles. “Todas las semanas llevamos a cabo observaciones de venta de alcohol. Buscamos que durante las noches los menores de edad no tengan acceso a ese tipo de bebidas, ya que son las causantes de la mayoría de los excesos que la juventud provoca. Si se detecta un comercio que infringe las normas, inmediatamente se lo notifica y se remite el acta al Tribunal de Faltas”, expresó. También se refirió a las zonas en las que tienen lugar las inspecciones, las cuales dependen de la época del año. “En el verano generalmente hacemos hincapié en los lugares de concentración de los jóvenes, que serían los boliches y bares de La Fluvial y La Florida. En invierno se realizan en la zona de Pichincha y los minimercados de los alrededores”, explicó. “Sabemos que existen las coimas, pero no es solo a nivel local, sino también a nivel provincial y nacional. Es un hecho incontrolable pero que lo estamos tratando de solucionar”, manifestó.
A pesar de todo esto, Gutiérrez indicó que más allá de la fiscalización hay dos asuntos esenciales que se deben considerar: el control de los padres sobre sus hijos y la responsabilidad de los comerciantes. “El consumo en menores encierra una problemática que no se puede abordar solamente desde el Estado. Aunque las leyes estén, de nada sirve si quienes compran son los adultos y le entregan la bebida a los chicos con total impunidad”, reflexionó. El Director de Inspección apeló al compromiso por parte de los padres para combatir este fenómeno. “La familia necesariamente debe estar atenta de la conducta de sus hijos, así como los vendedores tienen que ser conscientes a la hora de cumplir las normas”, sentenció.
Hecha la ley, hecha la trampa
A pesar de que el gobierno municipal insiste en la realización de los controles y su efectividad, tanto los comerciantes como los propios menores demuestran una realidad totalmente distinta. Silvia, dueña de un salón de ventas localizado en San Martín al 3500, comentó a este medio que la regulación es escasa y que son prácticamente nulas las ocasiones en las que recibió visitas de inspectores en su tienda. “No vendo entre las once de la noche y las ocho de la mañana porque en ese horario tengo el local cerrado. Debo reconocer que sí lo hago con menores del barrio que conozco. Lamentablemente todos conocemos las leyes, pero ante la falta de sanciones e inspecciones los negociantes aprovechamos las ventas”, indicó. La mujer también dejó a la vista que muchos colegas que trabajan en el mismo rubro dan constancia de que existen coimas entre los inspectores y los vendedores, quienes evitan de esta manera las sanciones por eludir las normas. Roberto es el propietario de un kiosco localizado en Ocampo y Larrea y otro ejemplo de la ausencia de controles municipales. “El barrio está lleno de adolescentes que me compran alcohol. Les vendo porque jamás tuve problemas y quienes se deberían preocupar por ellos son sus padres. Además, la madrugada es el momento en que la bebida es más rentable que cualquier otro producto”, sentenció el hombre. Por otro lado, Bendito Lunes habló con varios adolescentes e incluso acompañó a dos de ellos (Florencia Ferrari y Agustín Lassalle, de 17 y 16 años respectivamente) para comprobar lo sencillo que es para ellos adquirir bebidas alcohólicas. De cinco tiendas a las que concurrieron, sólo en una (situada en San Juan al 1800) les pidieron documentación y les negaron los productos. Saavedra al 600, Sarmiento al 900, Mendoza al 1500 y Pellegrini al 600 son las direcciones de los negocios en donde los jóvenes pudieron obtener alcohol e incluso cigarrillos sin ningún tipo de problemas. Cuando fueron consultados, los chicos no demostraron preocupación con respecto a los daños a la salud y a la posible dependencia que puede generar la ingesta excesiva de estas sustancias a temprana edad. “Sólo lo hacemos los fines de semana o cuando nos reunimos con amigos”, expresó Agustín.
El director general de Control Urbano, David Sánchez, también responsabilizó tanto a los padres como a los comerciantes por el consumo de alcohol en menores de edad. “No considero que los controles sean ineficientes, sino que es imposible estar en todos lados todo el tiempo. Son los adultos quienes deben dar el ejemplo, cumplir las leyes y actuar con compromiso. Para paliar esta situación no sólo bastan las iniciativas por parte del Estado, que las hay en gran medida de hecho”, manifestó. Uno de los casos que garantiza lo dicho por David Sánchez es la propuesta a nivel provincial que se puso en marcha hace unos meses para hacer frente a esta cuestión, la cual pertenece al diputado radical Darío Boscarol. Se trata de un plan que busca controlar el consumo de alcohol en las calles de Santa Fe. "El proyecto que proponemos limita a quienes beben en la vía pública. No restringe derechos ni libertades individuales. Además, en aquellos lugares que estén debidamente autorizados y aquellos espacios públicos en horarios expresamente habilitados por la autoridad municipal y/o comunal competente y las fiestas populares declaradas de interés nacional, provincial y/o municipal, el consumo no se restringe", explicó Boscarol sobre el proyecto a los medios gráficos (http://www.rafaela.com/cms/news/ver/468/1/Santa-Fe:-Prohibici%C3%B3n-de-consumo-de-bebidas-alcoh%C3%B3licas-en-espacios-p%C3%BAblicos.html).
También agregó: “Las autoridades no estamos obligados a hacer algo, la responsabilidad es de los padres”. “Los dueños de los boliches dicen que los jóvenes ingresan a los locales ya borrachos, consecuencia de las denominadas "previas", que se dan en las casas o en las calles, donde los adolescentes se juntan a tomar alcohol para, según confiesan, "divertirse, de alguna una manera salir alegres. No tienen nada que ver las coimas, que sabemos que existen pero no en esta parte", concluyó.
Consejos e iniciativas recomendables
Ante esta situación surge una pregunta muy importante: ¿qué hay que hacer para erradicar este mal de nuestra sociedad? Lo primero y más importante tiene que ver con concientizar a al entorno familiar para que guíen a sus hijos por una vida saludable y los involucren con actividades culturales o deportivas que los mantengan alejados del consumo de alcohol y drogas en sus tiempos libres. “La adolescencia es un momento de cambios y de crisis, eso sumado a una sociedad carente de instituciones que no acompaña. Entonces, los padres tienen mucho que mirar y atender. En ciertos casos los progenitores están desorientados, no saben qué hacer y a otros ni siquiera les interesa”, expresó la psicóloga Pedro. También aseguró que hay que hacer hincapié en el rol de los papás, ya que en numerosas ocasiones confunden autoritarismo con límites. “Si es necesario los adultos deben pedir ayuda y, sobre todo, charlar mucho y escuchar siempre a sus hijos", recomendó la psicóloga Pedro.
Además de esto, sería positivo implantar programas de información a manera de prevención sobre los daños que causa el alcohol a las personas (especialmente con el consumo a temprana edad) en todos los colegios. Otra iniciativa sería promover visitas de personajes públicos a los colegios que hayan tenido problemas con el alcohol, quienes pueden colaborar contando sus experiencias. Asimismo, la participación de las municipalidades es sumamente importante, por lo que es necesaria una mayor supervisión y fiscalización con más unidades de control sobre locales de venta de alcohol, junto con sanciones más fuertes hacia los establecimientos que infrinjan la ley. El control sobre el ingreso de personas menores de edad a las discotecas o a locales donde se produce la libre venta de alcohol es vital para acabar con este fenómeno. La colaboración de los propios vecinos y familias para poder detectar con mayor facilidad los lugares que venden tragos a menores también sería importante. Por último, las empresas que venden bebidas alcohólicas deberían ser las primeras encargadas en brindar información en sus productos sobre los daños que provoca el alcohol, tal como se hace en la actualidad con los atados de cigarrillos.
El consumo de alcohol en menores de edad es un círculo vicioso en el que intervienen numerosos personajes. En primer lugar están los propios jóvenes, quienes consideran que las bebidas son lubricantes sociales que les otorgan cierta “categoría”. Esto demuestra la maldad de la sociedad de consumo y la enorme ignorancia en la que están inmersos muchos adolescentes. Éstos permiten que les saturen la cabeza con “la imagen de lo que nunca tendrán” y sólo consiguen ser notados por una evidente falta de personalidad. Más que individuos son masas de consumidores a quienes es posible influir mediante técnicas de marketing, que les crean falsas necesidades. Las publicidades de alcohol, en las que todos los que beben son gente hermosa y exitosa son ejemplos más que claros de este sistema.
Los comerciantes son el otro ingrediente necesario para que los menores de edad puedan acceder al alcohol con gran facilidad. El afán de ganar dinero hace que estas personas no cumplan las leyes, sin dejar de mencionar que la ausencia de controles facilita en gran medida esta situación. Actualmente la plata parece ser el valor más grande que tienen los seres humanos, incluso llega a ser más importante que el bienestar de la juventud o el respeto ante las normas vigentes.
La ineficacia por parte del gobierno ya es moneda corriente. Tal como se mencionó anteriormente, no basta con que las leyes sean sancionadas si no hay competencia a la hora de hacer que se cumplan. Por último, el rol que juega la familia en la vida de sus hijos es esencial, ya que un padre responsable puede marcar una enorme diferencia en el comportamiento de un joven.
Por ende, erradicar el consumo de bebidas alcohólicas desde edad temprana depende fundamentalmente de la combinación de estos factores: comerciantes prudentes con respeto por las normas, un gobierno honesto y capaz, padres tan presentes como comprometidos y jóvenes educados que sepan elegir con libertad y, por ende, con responsabilidad.
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